Sealand, el país más pequeño del mundo

Con una superficie de 550 m2, es 800 veces menor que Ciudad del Vaticano y está asentado sobre una plataforma militar abandonada; sin embargo, no posee ningún tipo de reconocimiento internacional.

La historia de este país comienza con la construcción de la plataforma militar “HM Fort Roughs” en el contexto de la Segunda Guerra Mundial. En 1956 fue abandonada por los militares que se hallaban en ella. Once años después, un hombre llamado Paddy Roy Bates, llegó al lugar con la intención de transmitir un programa de radio. Al estar en aguas internacionales, Paddy se creyó con la legitimidad de crear su propia nación; de este modo, un día 2 de septiembre de 1967 se creó el Principado de Sealand.

Entonces, ¿por qué no es un país como tal? Si nos atenemos al derecho internacional, Sealand posee: un territorio, la base militar abandonada; una población, 27 personas (censo más reciente); gobierno, es una monarquía constitucional hereditaria regida por Michael I; y leyes, posee una constitución redactada en 1975. Sin embargo le falta una característica clave: ser reconocido por otros estados. Actualmente ninguna nación reconoce formalmente a Sealand como país, más allá de meros cruces anecdóticos con Reino Unido y Alemania.

Con Reino Unido hay que remontarse a 1968, cuando un buque británico fue disparado con una escopeta por Michael, el actual rey de Sealand. La justicia británica desestimó el caso, por haberse dado en aguas internacionales. Esto fue visto como “reconocimiento internacional” por parte de Sealand. En el derecho internacional, esta afirmación no se sostiene por ningún lado.

Con Alemania es aún más curioso. En la década de los setenta, el rey Paddy estaba con su familia de vacaciones, y cuatro individuos llegaron a la base y se apoderaron del país. Al enterarse, Paddy decide volver a su nación y llegó a amenazar con armas de fuego a los invasores, que resultaron ser cuatro hippies de diferentes países. Al resolverse este asunto, el monarca tomó a los cuatros invasores como prisioneros, dando la casualidad de que uno de ellos era alemán. Es entonces cuando, el gobierno de Alemania decide enviar a un embajador a resolver la situación. Este hecho fue considerado por Sealand como una relación diplomática, y que estaban “reconociendo su soberanía”. Una vez más, si uno se atiene a las bases del derecho internacional, esta afirmación no está justificada.

Seguramente se están preguntando cómo se sostiene económicamente el país europeo; la respuesta es sencilla: todo está a la venta en su página web. Desde tazas, banderas y camisetas hasta títulos nobiliarios. Es decir, por 37€ uno se puede convertir en “lord” de Sealand. Se puede incluso comprar la moneda nacional del principado: el dólar de Sealand, que tiene un valor similar al del dólar.

Para los amantes del deporte, Sealand posee una selección de fútbol que ha llegado a jugar partidos contra otros países o regiones de reconocimiento limitado o nulo. Tales como: Islas Chagos; Occitania; Somalilandia; y las Islas Åland. Casi todos los jugadores que participan en la selección son miembros de las familias que viven o trabajan allí.

Parece una obra cómica; una plataforma militar que se declara independiente, redacta una constitución e intenta obtener el reconocimiento internacional; sin embargo no es una comedia: es la realidad.

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