Durante el mes de octubre, ha habido varios acontecimientos en los que activistas han aprovechado la escena de museos con obras muy famosas para esparcir su mensaje medioambientalista. Estos activistas, cada uno protestando las compañías y acciones tomadas por su propio país, buscan llamar la atención al poner en riesgo obras de arte. Esto empezó en mayo cuando un activista arrojó una tarta a la Mona Lisa, en el Museo del Louvre pero el mes de octubre ha supuesto una ola de estos incidentes ya que ha habido 3 en solo lo que llevamos.

El primero de estos tuvo lugar en Australia. El 9 de octubre, cuando dos personas, un hombre y una mujer de 59 y 49 años, parte del grupo Extinction Rebellion, se pegaron al cuadro Masacre en Corea de Pablo Picasso en un museo de Melbourne. Durante el espectáculo, desplegaron a sus pies una pancarta que decía: “Caos climático =guerra+hambruna”. Afortunadamente, el cuadro no sufrió ningún daño ya que estaba protegido por un cristal. Este ha sido seguido por varios parecidos en Inglaterra y Florencia.

El acto de protesta más reciente e igual el que más atención ha cobrado tuvo lugar el 14 de octubre en Londres. Dos chicas jóvenes, pertenecientes al grupo Just Stop Oil, arrojaron sopa de tomate sobre el cuadro de los Girasoles de Van Gogh que cuelga en la Galería Nacional de Londres valorado alrededor de 85 millones de dólares. Tras vandalizar la obra, las chicas se pegaron a la pared debajo del cuadro y exclamaron “¿qué vale más, al arte o la vida? ¿Vale más el arte que la comida, vale más que la justicia? ¿Os preocupa más la protección de un cuadro o la protección de nuestro planeta y de las personas?” Al igual que el cuadro de Picasso, el lienzo de 1888 no sufrió ningún daño ya que también estaba protegido por una lámina de vidrio, el marco sí tenía algún daño menor.

Teniendo en cuenta que lo que buscaban estos activistas era atención, han conseguido su propósito pero a qué precio. Estos actos destructivos que han atacado obras sin ninguna relevancia al movimiento medioambientalista, han promovido una percepción de locura e inmadurez de los activistas y por lo tanto del movimiento. Es posible que durante la búsqueda de atención a los problemas a los que se enfrenta el planeta, los activistas han acabado dañando la imagen del movimiento al atraer una atención negativa. Incluso gente que apoya los principios podría acabar desmotivada al ver los medios destructivos y excesivos que estos grupos han tomado para conseguir sus objetivos.
Por otro lado, las dos jóvenes que tiraron la sopa en Londres, tras ser dejadas en libertad después de su arresto, han aparecido en medios como el ABC news para hablar sobre sus razones y los problemas que quieren erradicar. Al final, mediante este espectáculo han conseguido un público para escucharlas y la atención que buscaban para denunciar al gobierno inglés. Existe mucha gente que les considera genios ya que la entrevista fue publicada en todos los medios de comunicación y sus acciones en el museo les dio una voz. Cabe destacar que la entrevista igualmente no ha sido tan viral como los videos de las jóvenes tirando la sopa de tomate por lo que no está claro si la percepción del público de estas fue arreglada.

Las acciones de estos activistas son, en mi opinión, no solo innecesarias, sino que también destructivas para el arte y para su causa. Es difícil determinar si al final, este ataque sobre el arte ha tenido consecuencias positivas o negativas sobre el movimiento medioambientalista pero yo considero que, basándose en la viralidad de los videos de las chicas con la sopa y la falta de visualización de la entrevista, probablemente ha acabado siendo perjudicial. Mientras que las acciones no son injustificables ya que las obras no fueron dañadas y las razones son claras, si parecen ataques sin provocación y fuera de lugar.
Locura. Desde luego que una completa locura fuera de lugar, que daña el patrimonio histórico por no hablar de que obliga a los museos a gastarse dinero en la restauración de la obra.
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