¿Es posible tener una buena vida sin costarle al planeta? ¿Para medir el progreso de una nación no se debería tener en cuenta otros aspectos no económicos mucho más importantes, como la felicidad? Estas preguntas son las que Nic Marks, creador del Índice del Planeta Feliz, pretendía responder con este índice. Pero, ¿en qué consiste exactamente este método y es verdaderamente efectivo para nuestra sociedad capitalista actual?
El Índice del Planeta Feliz o el Happy Planet Index (HPI) es un índice de desarrollo que abarca tres métricas: el bienestar de un país, su esperanza de vida y su impacto ambiental, es decir, la huella ecológica de sus ciudadanos. Pretende medir el progreso con un mayor énfasis en las consecuencias ambientales y la calidad de vida generada por las políticas de cada país. Por tanto, tiene en cuenta potenciales problemas ambientales futuros, y es aplicable en países no occidentales que valoran la protección de su medioambiente más que su solamente su desarrollo económico. El país con mayor ranking del HPI es Costa Rica, lo cual indica que su gobierno está muy comprometido con la protección ambiental. No obstante, el HPI no es una métrica completa y perfecta, simplemente actúa como una brújula que apunta hacia una nueva percepción del progreso de la economía, y tiene varias desventajas. Una de ellas es la subjetividad de los datos del índice, tales como el bienestar, que es difícil de cuantificar. Además, falla para medir bien la calidad de vida actual de sus ciudadanos al valorar tanto la sostenibilidad en el largo. Aun así, la conclusión clave de este índice es que todavía podemos tener buenas vidas, solo tenemos que crearlas de manera más “eficiente”
En un mundo tan devastado por el cambio climático y donde la sostenibilidad es un valor tan relevante, ahora más que nunca es fundamental urgir a países a usar este tipo de índices que tienen en cuenta su huella ecológica y tomar acción en la creación de políticas medioambientales que terminen con el terrible destino al que nos enfrentamos.
