Desde hace unos años, el FC Barcelona se encuentra en una situación financiera inestable e inimaginable para un club de fútbol. Gracias a las desmesuradas compras durante el mandato de Josep María Bartomeu, expresidente del club, la entidad pendía de un hilo, ahogado por la cantidad de deudas que tenían.

Hablando un poco de números, después del partido entre el Bayern de Munich y el Barça, que todo el mundo recordará por la humillación que sufrieron los culers, se descubrió que la deuda del club ascendía a los 1.300 millones de euros. Dos años después, la deuda se ha ido reduciendo, después de vender a muchos jugadores, sus derechos de imagen por medio de “palancas”, e ir lloriqueando a LaLiga y UEFA para que hagan la vista gorda con la situación.
La realidad es que durante estos dos años, uno de los mejores equipos del mundo ha dado un espectáculo ridículo en cuanto a juego internacional, por la falta de recursos, y la precariedad de la plantilla. Dentro de esa plantilla, se pueden encontrar ejemplos de jugadores como Philippe Coutinho, una promesa brasileña que costó cerca de los 140 millones de euros, y lo acabaron vendiendo por 20 a un equipo de media tabla inglesa después de varias cesiones. Este tipo de jugadores, que casualmente tienen más de uno, son errores administrativos por parte de Bartomeu, pagar millones por un jugador para que luego juegue como uno que vale 100 veces menos. Sin embargo, a día de hoy, muchos de estos jugadores han acabado fuera, y el Barcelona tiene una plantilla consistente.
El problema ahora mismo del Barcelona son las conocidas como vacas sagradas, es decir, los veteranos de Luis Enrique y Guardiola. Son 4 o 5 jugadores los que caben dentro de esta descripción, que muchos cuentan con fichas ridículamente altas, aunque muchas las han reducido, y no dan el nivel siquiera del filial para los partidos importantes.

En la vida, es importante saber cuándo hay que apartarse porque ya no aportas, sino que restas, y dar el paso al lado para que el proyecto avance y progrese bien. Pero ellos son diferentes. Ellos no se bajan del barco. Desde la perspectiva de un madridista, tener a estos en el digno rival se puede llegar a ver como ventaja, ya que aparentemente su equipo es peor, pero de cara a la champions y a Europa en general, no ayuda. Si uno de los mejores equipos españoles es humillado cada vez que sale del país porque les faltan jugadores de talla, luego al final acaba repercutiendo en la reputación de los equipos de esta liga.
Es hora de que se echen a un lado, y dejen al Barcelona trabajar, aunque a corto plazo a los madridistas nos viene bien para ganarles, pero a la larga no es bueno que ellos estén mal.