Puede que parezca una foto trucada pero verdaderamente es un titular real publicado en un ejemplar de agosto de 2021 de la revista americana “National Enquirer”, haciendo un ranking acerca de los “50 mejores y peores cuerpos de playa” tanto femeninos como masculinos. Con el creciente aumento en movimientos de body-positivity, suele ser pensado que la crítica acerca de los cuerpos ajenos y los estándares de belleza sociales han desaparecido, pero de vez en cuando se vuelven a encontrar elementos presentes en nuestra sociedad como este que nos recuerdan que las apariencias engañan.
Este tipo de rankings es algo que se ha hecho a lo largo de toda la historia, promoviendo un prototipo corporal en la población aparentemente más sano y estéticamente aceptado. Cada periodo histórico ha tenido sus modas de cara a los físicos femeninos y el cuidado de ellos. Durante la Belle Époque, principios del siglo pasado, se llevaba la figura de reloj de arena con el uso de corsés; más adelante varió entorno a la etapa de la Primera y Segunda Guerra Mundial hacia la tendencia de la eterna adolescente con la figura aplanada; luego se potenció la figura prototipo de Marilyn Monroe y así ha ido variando continuamente hasta nuestros días, que se potencia la delgadez y la tonificación. El único resultado de estas exigencias e idealizaciones ha sido el acomplejamiento de la población mundial y la búsqueda de la satisfacción de estos objetivos físicos impuestos por parte de ella.

Con el incremento en el número de personas que desarrollan trastornos de la conducta alimentaria y la preocupación de los gobiernos mundiales por ese aumento en la tasa, me parece una irresponsabilidad que se permita la publicación de contenidos de este estilo que no tienen ninguna finalidad más que el pretexto de la promoción de la multimillonaria cultura dietética y estética. Con la sobreconcienciación superficial de la sociedad con respecto a los físicos, las empresas dedicadas a la producción y venta de fajas reductoras, infusiones adelgazantes y otros productos del estilo, prolongan el ciclo de vida de su empresa y productos beneficiándose de las inseguridades que ellos mismos han creado en la población. Todo es marketing.
Pero mi realmente pregunta al ver estos titulares es: ¿quién es uno para juzgar el cuerpo de otra persona y calificarlo como mejor o peor que el de otra? Sinceramente opino que es vergonzoso creerse con el suficiente derecho y poder sobre la vida de una persona a la cual no se conoce para criticarla o juzgarla por su físico sin tener en cuenta las situaciones personales por las que puede estar pasando y su propia percepción corporal. Mediante la crítica de algunos tipos de cuerpo, se crea un estigma de que son malos y aquellas personas que inicialmente podrían estar cómodas o conformes con algunas de sus facetas, al leer comentarios negativos sobre cuerpos de otras personas con los que se pueden sentir identificados, pueden crearse grandes inseguridades de cara a un futuro.

Las estrías son normales, la grasa abdominal es normal, las patas de gallo son normales, las arrugas son normales, y así podría seguir con muchísimos elementos más no aceptados por la sociedad. Se tienen que empezar a normalizar los cuerpos normales y verdaderamente aceptar las imperfecciones de los demás como aquello que les hace perfectos, no se puede seguir fingiendo y aparentando que la crítica física y el body-shaming son cosa del pasado cuando todavía se ven publicaciones así o en Internet hay millones de comentarios negativos hacia otras personas por su físico. Más que nada, porque así solo se refuerza la hipocresía social de hoy en día y la incomódidad de millones de personas acerca de sus propios cuerpos, sin ser siquiera en realidad por su culpa sino por las presiones impuestas. ¿Qué tal si en lugar de hundirnos los unos a los otros con comentarios asumimos que estamos en un mismo barco y empezamos a aceptarnos mutuamente tal y como somos? Tenemos que estar toda la viva con el mismo cuerpo y, aunque podamos cambiarlo o modificarlo, es mejor ser capaz de pasársela aceptandóse tal y como uno es, que sintiendo que nunca nada es suficiente. En gran parte ese trabajo para obtenerlo es propio, pero puede que un empujón y apoyo de quienes nos rodean sea lo que falte para conseguirlo.
Yo solo sé que este no es el camino.