Si yo os digo Universo 25, la mayoría estaréis pensando en Marvel, en superhéroes… bueno, en hombres que llevan los calzoncillos por fuera, pero ¿y si os dijera que Universo 25 es uno de los experimentos más perturbadores que jamás se han hecho en la historia de la humanidad no tan sólo porque murieron muchos seres sino también porque las conclusiones a las que se llegaron sobre el ser humano?
Para entender las implicaciones del Universo 25, es necesario partir de unas premisas que nos sitúen en el contexto de este tipo de investigaciones. Por eso, antes de entrar de lleno en el desarrollo de dicho experimento, vamos a realizar una pequeña introducción general sobre los trabajos de esta índole.
Durante mediados del siglo XX, algunos etólogos decidieron estudiar cuáles eran los efectos que el hacinamiento por sobrepoblación podían tener en los individuos a largo plazo. Para ello se desarrollaron una serie de experimentos en el que se disponía a un grupo de animales, generalmente roedores, en un espacio con condiciones ideales para su desarrollo y reproducción. Siendo el Universo 25 uno de estos escenarios.
Ahí es donde entró John Bumpass Calhoun, creador del Universo 25, uno de los etólogos más importantes en las investigaciones sobre la densidad de población. Su hipótesis de partida para este tipo de experimentos es que, la población se desarrollaría sin ningún tipo de problema, sin ningún tipo de problema, hasta que la población alcanzase un punto crítico, que se había estimado haciendo una serie de cálculos y dependía fundamentalmente del área del recinto, siempre teniendo en cuenta que había comida y agua suficiente para todos los individuos y no existían amenazas externas.

Pero los resultados eran implacables: nunca se alcanzaba ese punto crítico, porque la población colapsaba mucho antes. ¿Por qué? ¿qué pasó en el Universo 25? ¿Por qué lo que nació como una utopía acabó convirtiéndose más bien en una distopía apocalíptica para estos roedores? Para conocer la respuesta a estas cuestiones, vamos a entrar de lleno en el desarrollo de este experimento. Tendremos que remontarnos al año 1968, momento en el que John B. Calhoun creó un nuevo mundo para un pequeño grupo de ratones.
Creación :
El Universo 25 tenía una superficie de 6,5 m2, que albergaba originalmente a una pequeña población de 8 individuos. Si existía un paraíso en la tierra para los ratones, era desde luego este lugar. Comida suficiente para todos, agua fresca, ningún depredador acechando… Las condiciones eran ideales. Aparentemente. Según los cálculos, este pequeño mundo debería haber podido dar cobijo a 3500 ratones, pero nunca llegó a esa cifra.
Los ocho primeros pobladores del Universo 25 no tardaron en emparejarse y comenzar a reproducirse, provocando un crecimiento exponencial en esta peculiar civilización. En poco más de un año, la población se había duplicado en sucesivas ocasiones hasta alcanzar una cifra de 620 individuos, momento en el que este crecimiento comenzó a ralentizarse.
Hasta ese momento, la vida de los roedores había sido prácticamente perfecta. Tenían todo lo que necesitaban y nada ponía en peligro su vida. Pero la vida en el Universo 25 estaba a punto de dejar de ser tan bucólica, pues, sin saberlo, estaban aproximándose a una cifra crítica, no por la escasez de recursos, sino por otros factores, que no se habían tenido en cuenta.
El declive :
Fue entonces cuando comenzaron a aparecer las anomalías a nivel conductual. El comportamiento de los ratones del Universo 25 empezó a ser errático. Parecía que los ratones ya no se sentían tan cómodos, y aunque todos cabían físicamente en el recinto, empezaban a sentir los efectos de una sobrepoblación. Todos se cruzaban en el camino de los otros constantemente al ir en busca de comida o agua, o al regresar al nido.
No había amenazas externas, pero comenzaron a generarse las de tipo interno. Los ratones estaban cada vez más juntos y eso implicaba peleas territoriales, traslados constantes, etc. Y surgió el problema fundamental: muchos ratones dejaron de tener un papel en esa pequeña sociedad. No había roles para todos los individuos.
Observó que muchas hembras del Universo 25 dejaron de tratar de reproducirse. Los machos, igualmente, se alejaban de los nidos y simplemente se iban a la zona del recinto donde se encontraba el alimento. Los conflictos vecinales eran constantes y era difícil encontrar algún ratón que no contase con alguna herida o cicatriz debido a una disputa territorial.

Se observaron conductas sexuales anómalas. Había individuos que realizaban estos comportamientos de manera frenética, sin discriminación de sexos, para luego pasar a no realizar cópula alguna. Aparecieron las luchas intrafamiliares. Algunos de los ratones, mayoritariamente las hembras, acabaron con la vida de sus crías, las expulsaban del nido e incluso se llegaron a registrar comportamientos caníbales.
Hay que decir que no todos los ratones tenían conductas violentas. Existía un grupo, al que Calhoun bautizó como “los guapos”, cuyo comportamiento se limitaba a conductas de higiene como atusarse el pelo, aparte de alimentarse y dormir, todas ellas durante la noche para evitar conflictos. Eran el resultado de cruces intrafamiliares los cuales como consecuencia habían resultado en discapacidades cerebrales.
El paraíso de los ratones se había convertido en un infierno. En 1970, habiendo pasado menos de dos años desde que se inició el experimento, nació la última camada de ratones de este hábitat, por lo que la población se estancó y comenzó a caer en picado. Lo que ocurrió desde entonces hasta el año 1973 fue la progresiva e inevitable muerte de todos y cada uno de los ratones que conformaban el Universo 25, extinguiendo para siempre ese intento de utopía, pero dejando cuestiones muy interesantes tras este evento.
Conclusiones :
Una de las primeras preguntas que suelen surgir tras conocer el experimento del Universo 25 es cómo de extrapolable son los procesos que acabaron con esa pequeña civilización a la propia sociedad humana, o al menos a alguna de ellas. Lógicamente, cualquier conclusión en este sentido debe tomarse con suma cautela, pues ambos escenarios distan mucho de ser comparables.
Freedman observó que las conductas agresivas, así como el estrés y el malestar de los participantes se elevaba a medida que la densidad de personas en el mismo espacio crecía. De hecho, algunos autores apuntaron, acerca del del experimento del Universo 25, que la clave no residía en la cantidad de individuos que compartían un mismo área, sino en el número de interacciones que todos esos animales se veían obligados a realizar.
En cualquier caso, establecer una comparativa con seres humanos es complicado, pues la sociedad humana es sustancialmente más compleja y en ningún caso cuenta con recursos infinitos para hacer crecer la población indefinidamente hasta que colapse por otros factores, como el drenaje conductual.