Por: Paolo Zegarra
¿Qué nos vuelve seres humanos? ¿Es nuestra capacidad de comunicarnos? De sentir emociones? O es nuestra capacidad de valorar nuestra propia existencia? De ser este el caso, ¿qué pasaría si un organismo artificial obtuviera estas capacidades? Podría ser clasificado como un ser humano? Externamente se vería igual que nosotros, he incluso sus procesos lógicos, nada más que 0s y 1s, trabajan en función de la preservación propia. En este caso lo único que diferenciaría a un humano de una máquina, no sería nada más que su carne y hueso. Pero, y si abandonamos esto? Si un ser humano rechazara su propio cuerpo a favor de uno sintético, que quedaría para definirlo como humano? Esta es la pregunta que presenta Masume Shirow, en su serie de mangas, que fue adaptada para la pantalla grande por Mamoru Oshii. Ghost in the Shell 1995, nos presenta una dystopia del futuro cercano. Donde la revolución de las micromaquinas ha permitido la ciberización de gran parte de la raza humana, y el desarrollo de Inteligencias Artificiales super avanzadas. Sin embargo, como nuestra sociedad actual, el mundo oscuro de 2029, se encuentra gravemente dividido por la igualdad, e injusticia, que solo han sido exacerbadas por los avances tecnológicos. En medio de calles plagadas por crimen y barbarie, la Sección 9 del Departamento de Seguridad Pública, liderada por la Mayor Kusanagi intenta detener al “puppet master” un criminal capaz de secuestrar cuerpos sintéticos remotamente.

Lo primero que resalta en la obra de Masume Shirow es la Sección 9 en sí. Este grupo es una contradicción masiva. Su objetivo es detener crímenes realizados por personas con mejoras cibernéticas, sin embargo la mayoría de sus integrantes cuentan con cuerpos completamente o mayormente ciberizados. Sus cuerpos son tratados como nada más que propiedad estatal. Un ejemplo de esto sería Batou, un exmilitar con un cuerpo casi completamente ciberizado, el cual se enlista en la Sección 9, por sus promesas de proveer mantenimiento a su ciberización. De tal forma Batou se encuentra en un ciclo, mediante el cual adquiere más ciberización para poder sentirse mas vivo, cosa que causa que tenga que trabajar para la Sección 9, ya que si no sus mejoras serían retiradas. Suceden casos similares con todos los miembros de la Sección 9, Paz, Saito, Bouma, y Ishikawa. Excepto con Togusa. Tagusa existe como la representación del ser humano clásico. Una clara yuxtaposición con el resto de la Sección 9. El no cuenta con ninguna mejora o implante cibernético, e incluso prefiere revolvers, armas analogicas, frente a pistolas o fusiles semiautomaticos. En un mundo donde las líneas que definen la humanidad son cada vez más borrosas Togusa muestra la definición moribunda de un concepto arcaico.

Uno de los temas clave de la película es la tensión entre lo humano y lo artificial. La Mayor Kusanagi encarna este tema, ya que es un híbrido de ambos. Tiene un cerebro humano, pero su cuerpo es completamente sintético, lo que le permite realizar hazañas sobrehumanas, como saltar edificios altos y piratear sistemas informáticos complejos. A pesar de sus mejoras tecnológicas, la Mayor Kusanagi sigue siendo muy consciente de su humanidad y, a menudo, se la representa reflexionando sobre la naturaleza de su existencia. Por ejemplo, en una escena, mira hacia la ciudad y reflexiona: «Si nuestros dioses y nuestras esperanzas no son más que fenómenos científicos, ¿qué dice eso sobre nosotros?». La Mayor Kusanagi es un personaje profundamente introspectivo que lucha por encontrarle sentido a su vida. Está obsesionada por una sensación de vacío y desapego, que quizás sea un subproducto de su naturaleza cyborg. Ella reflexiona: «Tal vez siempre he estado buscando algo, algún tipo de sueño inalcanzable, algo en lo que creer». Esta angustia existencial es un sello distintivo de muchas historias cyberpunk, ya que refleja la desorientación y la alienación que pueden surgir cuando las personas se enfrentan a un rápido cambio tecnológico.
El elemento más destacable y terrorífico de Ghost In The Shell 1995, es la verosimilitud con la sociedad humana actual. En su nivel más básico, Ghost In the Shell es nada más que la representación de la lucha humana por encontrar significado en nuestra existencia. Una lucha la cual lleva plagando a todos los seres humanos desde milenios, llevando a la creación de la religión, filosofía, e incluso el avance de la ciencia, todos mecanismos para afrontar la terrorífica realidad de nuestra existencia. Pues en un mundo donde la tecnología es la norma y el principio guía, aquellas cosas que nos vuelven humanos, no son nada más que factores arbitrarios.