Estamos plenamente en la temporada de esquí 2022-2023, una temporada anticipada por muchos y disfrutada por aún más. El esquí es un deporte de peligro en el que te lanzas de los picos de las montañas más altas a decenas de kilómetros por hora sobre una fina y estrecha tabla en cada pie. Pero, ¿qué es lo más peligroso de este gran deporte?
El quemado del esquiador.
No es una novedad que los rayos UV y la radiación solar tiene unos efectos muy dañinos sobre la salud de una persona. Una exposición elevada y repetida sin protección a la radiación solar puede elevar significativamente la probabilidad de tener cáncer de piel en un futuro. Este riesgo es aún más importante en las montañas nevadas sobre las que se esquía debido a la altura. Por cada 1000 metros por encima del nivel del mar que se encuentre uno, la intensidad de la radiación solar aumenta por 15%. Además, el color blanco de la nieve provoca un albedo, la cantidad de radiación solar reflejada en vez de absorbida, más alto de lo que estamos acostumbrados por ejemplo, en la playa. Sin embargo, a pesar de recibir una intensidad solar mucho más alta, lo normal es llevar mucha menos protección solar.

La piel no es la única perjudicada por disfrutar de la nieve. La exposición a estos mismos rayos UV de una intensidad elevada es también muy nocivo para los ojos. Esto provoca una severa irritación de la córnea y conjuntiva en ambos ojos, con dolor, que se manifiesta al cabo de unas horas de la exposición, lagrimeo, sensación de cuerpo extraño, fotofobia (intolerancia a la luz) y enrojecimiento ocular. Por esto, el uso de gafas mientras se práctica el esquí es muy importante para absorber parte de la radiación. Muchos medios recomiendan gafas de color marrón o amarillo ya que resultan muy útiles en casos de luz artificial o limitada.

La última víctima del sol mientras se esquía es la apariencia física. Aunque esto parece superficialidad, por experiencia, puedo decir que la marca del esquiador es una de las marcas más obvias y difíciles de quitar. Puede parecer beneficioso tener un poco de color en los mofletes en un momento del año en el que todo el mundo se parece a una hoja de papel, pero la raya que separa claramente la parte en la que estaban apoyadas las gafas de la que no, pronto quita esa impresión. En el peor de los casos, se queda también la marca del casco y del buff en la mandíbula. En este caso, no queda otra cosa que hacer más que vivir con la vergüenza mientras que parece que llevas una señal en la cara que pone “me he ido a esquiar y no he pensado lo suficiente”. En el caso en el que todo esto ya ha pasado, solo se puede esperar y rezar que no se te pele la cara.
Así que, sea por vanidad, estética, salud o para evitar futura incomodidad, te recomiendo que lleves la protección del sol requerida mientras esquías.
